sábado, 18 de octubre de 2008

maneras de vivir

A veces me entran ganas de dejar todas mis actividades vespertinas y dedicarme a vivirlas.
En vez de ir a francés dos tardes por semana podría ver películas de Leconte o Besson, o localizar algún bar que los franceses que habitan mañolandia frecuenten.
Mejor que 2 sesiones de pilates me dedicaría plenamente al amor, que es el mejor ejercicio del mundo para todos los músculos y vísceras del cuerpo, desde los gemelos hasta el cerebro, pasando por el corazón.
Tampoco la sesión de danza oriental estaría en mi apretada agenda. En vez de una atiborrada clase de mujeres intentando imitar a la diosa dejaría salir a la diosa que hay en mí y haría algún que otro pase privado, y tal vez público.
Y con semejante fuente de alegría y el dinero ahorrado al cabo de unos meses me decidiría por fin a ir a Cuba, donde todo me parece posible.
Sí, a veces me planteo otras formas de vivir.