viernes, 23 de diciembre de 2011

juzgar o ser juzgado

Te preguntan, te miran, escuchan… tú hablas, hablas, hablas y mientras hablas lees en su cara el juicio. Y hablas, hablas, hablas… quieres desenjuiciar, decirles ¡no! ¡te equivocas! Y sigues hablando y hablando. Y tus palabras reafirman su mirada repleta de creída sabiduría y compasión. Y te rebelas y piensas ¡no! ¡te equivocas! Y sigues hablando intentando argumentar. Y cada vez te das más cuenta de que cuanto más te explicas menos te explicas. Y callas. Das por perdida la batalla. Te despides hasta otra. Y cuando te quedas con tus pensamientos te preguntas ¿por qué? Y lo que es más ¿para qué? Conclusión: ¡anda y que os den morcilla!