Tirar p'alante
foto: Pepe Lo que pasa es que nos entretenemos con tonterías. Cada uno tiene las suyas. No las hay mejores ni peores. El camino de la vida es en el que estamos, ni más ni menos. Y es el camino de la muerte, de sobra lo sabemos. Con el paso del tiempo, con las experiencias vividas y normalmente con la combinación de ambas vamos abriendo cada vez más los ojos al comprender: ¡Ah, es esto! Y no nos damos cuenta hasta que es demasiado tarde. Y vuelta a empezar. Porque la vida también es eterna. Incluso la nuestra. La eternidad de un segundo. Y si comprendo esto, entonces, ¿por qué no hago algo? Y es que no quiero que para mi la vida sea sólo disfrutar de familia, amigos y trabajo. Llorar las penas, aprender, olvidar, reír, cantar, bailar... Quizá todo se reduzca a que no voy a tener hijos y no dejo un legado de mí, cosa que por otra parte no siento necesaria. Pero sí necesito sentir que he hecho ALGO más que vivir por y para mi. Es eso. Y tengo que encontrar ese algo. Ya. Eso es lo que me falta descubrir: si el motor está oxidado, roto o esperando una puesta a punto. O, simplemente, sigue en ralenti. Quizá sólo tenga que tirar p’alante. Sin más.