domingo, 26 de agosto de 2007

(...) -said the Queen.

No viene a cuento de nada, nadie de mi alrededor se ofenda… Pero vomito sobre príncipes y princesas. En mi mundo no caben. No hablo ahora de los reales o los de cuento, contra los que no te dejan hacer ni decir nada. Son los de postín. Los de su casa. Porque revuelven mi estómago con su engreimiento. Sólo existe una clase de estos personajes y no la eligen ni ellos. El resto son farsantes. Son plagios. Impostores. Normalmente impostoras. Tontas ellas. Feas ellas. Insulsas. Débiles necesitadas de la aceptación del contragénero. Débiles que no saben ni accionar un interruptor. Débiles que van de lánguidas personas… Débiles que consiguen lo que quieren siempre. Por eso me ofenden. Porque en su debilidad reside su fuerza. Invocan el instinto ancestral que acude a su alrededor presuroso de solucionar, de cubrir sus necesidades. De cubrir, en realidad, que es todavía su instinto más básico. El origen del problema.

Lailolailolá, loló, lalá; lailolailolá loló lalá, lailolailolá, loló lalaaaaá.
Si eres algo, sé una reina...

2 comentarios:

Diabetes dijo...

L@s tont@s siempre tienen suerte, y los príncipes y las princesas la tienen, por tanto. Siempre hay quien se siente atraído por la debilidad.

enmovimiento dijo...

Mejor no hago más comentarios. Ya saqué los gusanos de dentro y me siento... francamente bien. Muacs por ser el único atrevido y fiel.