miércoles, 19 de diciembre de 2007

Desde luego, los maestros no enseñamos nada...

ESCENA 1, 2, 3, 4, 5, 6... En un aula cualquiera de un colegio cualquiera de ésta, mi querida tierra. La profesora (Yo) y sus alumnos están trabajando 20 cosas distintas a un mismo tiempo. Los alumnos de 4º entregan su examen. Yo procede a corregir, levanta la vista, mira a Jonathan

Yo: ¡Jonathan, ven! Mira, no has entendido el enunciado. Te pide que escribas dos oraciones interrogativas que puedan tener como respuesta esas oraciones enunciativas afirmativas que hay escritas. ¿Lo entiendes?
Jonathan: ¡Ah! Sí.
Yo: Por ejemplo, para la primera respuesta la pregunta podría ser “¿Quién es tu madre?” “Esa señora del abrigo verde”.
Jonathan: ¿Qué señora? Yo no veo ninguna.
Yo: ¡Ninguna señora, Jonathan! Es un ejemplo. Es la respuesta del ejercicio y una pregunta que se me ocurre a mí que podría valer. ¿Lo entiendes?
Jonathan: ¡Ah! Sí
Yo: La otra pregunta podría ser “¿A qué hora viene?” “A las nueve y media”.
Jonathan: ¿Quién? ¿Quién viene a las nueve y media?
Yo: ¡JONATHAN, SIÉNTATE!

Toda coincidencia con personas o hechos reales es pura alevosía. Este documento es una fiel reproducción de lo acontecido hace unos minutos...

3 comentarios:

Diabetes dijo...

Jejeje, lo que digo siempre: tienes un Enrique 2.
(Cualquier coincidencia con la realidad es pura realidad).

Anónimo dijo...

Eso tambien pasa en el mundo adulto. Hay quienes cuando señalas con el dedo, solo miran el dedo...

enmovimiento dijo...

Qué verdad tan gráfica, Pepe.