jueves, 21 de febrero de 2008

Tirar p'alante

foto: Pepe
Lo que pasa es que nos entretenemos con tonterías. Cada uno tiene las suyas. No las hay mejores ni peores. El camino de la vida es en el que estamos, ni más ni menos. Y es el camino de la muerte, de sobra lo sabemos. Con el paso del tiempo, con las experiencias vividas y normalmente con la combinación de ambas vamos abriendo cada vez más los ojos al comprender: ¡Ah, es esto! Y no nos damos cuenta hasta que es demasiado tarde. Y vuelta a empezar. Porque la vida también es eterna. Incluso la nuestra. La eternidad de un segundo. Y si comprendo esto, entonces, ¿por qué no hago algo? Y es que no quiero que para mi la vida sea sólo disfrutar de familia, amigos y trabajo. Llorar las penas, aprender, olvidar, reír, cantar, bailar... Quizá todo se reduzca a que no voy a tener hijos y no dejo un legado de mí, cosa que por otra parte no siento necesaria. Pero sí necesito sentir que he hecho ALGO más que vivir por y para mi. Es eso. Y tengo que encontrar ese algo. Ya. Eso es lo que me falta descubrir: si el motor está oxidado, roto o esperando una puesta a punto. O, simplemente, sigue en ralenti. Quizá sólo tenga que tirar p’alante. Sin más.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

El legado de los hijos no significa necesariamente, al menos en mi caso, la esencia de mi existencia o la razón por la que estoy aquí...
Más bien diría que esa razón tiene mucho que ver con la esperanza de que cuando yo ya no esté se me recuerde con una sonrisa y digan "esta tía fue importante en mi vida"; importante porque les escuché, porque les hice reír, porque lloré con ellos, porque formé parte de su mundo... cosas así, ya sabes, prima. Besos

enmovimiento dijo...

Sí, eso es bonito. Pero yo ta te puedo decir hoy, ahora que me escuchas-lees, y con una gran sonrisa dibujada en mi rostro que has sido y eres importante en mi vida. Por lo que me has hecho llorar de risa y reir llorando. Y por todo lo demás. Besazos.

Diabetes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Diabetes dijo...

Bueno, por ahora te comprendo pero no comparto tu sentimiento. Hay que ser razonablemente egoísta, para empezar -no dices lo contrario-; y si te llevas bien con familia y amigos, ¿qué más puedes querer?
Es fácil, imagino, que dentro de veinte años, o cuarenta, al ver el fin más cerca, no piense como ahora. Pero seguiré sin saber cómo hacerlo, probablemente porque no hay ninguna manera.
Y desde luego, ni tener hijos ni descubrir América me haría sentir que se me iba a recordar.

Bueno, sí hay una manera, quizá: compartir lo que eres con alguien. Tiene que ser agradable envejecer al lado de alguien -si es de mutuo acuerdo, claro-.

enmovimiento dijo...

¿El año que viene te contaré, pues, lo feliz y plena que me siento con mi amorcito y nuestro churumbel? ¿Así de fácil? ¿Así de simple?

Diabetes dijo...

Quita, quita, nada de churumbeles...
Lo de la pareja quizá.
No sé, ¿irte a África a ayudar?

enmovimiento dijo...

Ja, ja! Ayudar a caer, porque otra cosa... No creo que sea necesario salir de aquí para hacer ALGO (aunque no está mal). De hecho, reflexionando, creo que ya lo estoy haciendo. Pero gracias por la idea. Tu es trés gentil.

Anónimo dijo...

yo creo que todo es un proceso,
si primero no has aprendido a mirarte bien el ombligo es difícil que, cuando se lo "entregues a alguien", no te pasen mil cosas que te vuelvan loca y te hagan perder el norte.

ahora bien, tampoco es cuestión de que la vida pase aprendiéndote a mirarte...

en cualquier caso, cuando alguien llegue, si llega, ojalá no tengas nada que cambiar, sólo mucho que aprender.




en fin, creo que voy dando tumbos sin rumbo... volveré a mi propio ombligo en vez de "intentar dar consejos"

jajaja.

muá, Jorge

enmovimiento dijo...

Sí, la verdad es que para querer hay que quererse. Otro beso, guapo.